Siempre me han inquietado esas mujeres que se atrevieron a romper los moldes y fueron encerradas por sus maridos o hermanos como una forma de control, de castigo o incluso de anulación. La vida me fue trayendo las historias de varias mujeres: Nellly Bly a quien conocí en una exposición dedicada a Julio Verne quien en su momento estuvo ingresada en un psiquiátrico pero no como paciente, o al menos no como paciente real, sino como periodista de investigación para denunciar las malas condiciones en las que estaban las enfermas. Su historia supera la ficción y nos lleva a lo largo y ancho del mundo.
Otra de las mujeres que me impresionaron fue Hilma af Klint quien me cautivó con su mirada azul y la magia de su historia que bien podría estar en un cuento. Ella se aventuró a pintar cuadros abstractos, uno de ellos es el que preside el cartel de la sesión de cuentos que les dedico a las cuatro. Ella pintó cuadros de gran formato, abstractos, adelantándose a Kandinsky en varios años e inspirada por el contacto con los espíritus a los que llamó sus Grandes Maestros. Decía que pintaba sin hacer bocetos, dejándose llevar y nunca tuvo que corregir una sola pincelada. Así consiguió una colección de cuadros de 3 metros por 2 llenos de colores, de formas inspiradas en la naturaleza y de magia. En su tiempo no fue reconocida y decidió que su obra durmiera, como la Bella Durmiente del cuento, hasta que llegara el momento oportuno.
Cuando yo era pequeña, mi abuela me daba la papilla en un bol que al fondo tenía un dibujo de Perico el conejo, en él se veían unas orejas que sobresalían por debajo de la sábana y a la madre coneja acercándose a la cama para darle una infusión a su bebé. Mi abuela, me animaba a comeme todo para poder ver al final la ilustración, a mí me encantaban esos dibujos de animales, llenos de colores, tardé años en saber que su autora era Beatrix Potter.
Esta autora de cuentos infantiles fue precursora en su tiempo, valiente y atrevida, publicó muchos cuentos que han sido vendidos y todavía hoy se encuentran entre los best-seller del mercado, creo su propio estilo y todo esto lo hizo encontrando un camino que le fue vedado en el mundo de la zoología por ser mujer. Su amor por la naturaleza le llevó a contar sus historias y sus historias le llevaron a cuidar la naturaleza.
Por último una mujer Johanna Gezina que llegó a mí gracias a una exposición y el prólogo de un libro, quien a través de la lectura para superar un duelo fue capaz de encontrarse con uno de los grandes artistas de nuestro tiempo, entenderlo y darlo a conocer en un mundo que no había sabido apreciarlo. Ella hasta ahora ha permanedido en el olvido y no ha recibido el reconocimiento a su gran labor.
Estas mujeres fueron llegando a mi vida, gota a gota, sorprendiéndome con sus historias y sus caminos, un día decidí que tenía que contar sobre ellas, entonces las escribí en mi cuaderno una dentrás de otra y busqué sus fechas de nacimiento, me sorprendió descubrir que todas ellas habían nacido entre 1860 y 1866.
Decidí titular la sesión de cuentos «Ellas locas» en su honor, el pasado 10 de marzo la conté por primera vez en Madrid, al terminar con la última historia tenía los pelos de punta y sentía esa emoción irradiando también en el público, fue muy emocionante y estoy deseando repetirlo.
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