Antes de que se pusiera el mundo patas arriba empecé con un nuevo podcast llamado «Mercado de pulgas«, la idea es hacer entrevistas, al igual que hago en mi sección de «Te cuento a gotas» pero más amplias y con una periodicidad mayor. O esa era la idea antes de que se desatara la crisis del coronavirus.

He pensado que es un buen momento para compartir la entrevista con Mauricio Linares narrador y escritor colombiano. Que hicimos antes de que se desatara todo, es curioso que como él vive en Bogotá, llevamos casi dos años relacionándonos a través de una pantalla. Aunque también hemos tenido la suerte de coincidir en persona. Ahora la pantalla, para mí que vivo sola, se ha convertido en una ventana a través de la que veo y disfruto de toda mi gente. Y eso que no es una comunicación que me guste, lo cierto es que me satura un poco .

Voy a intentar en parte seguir con la normalidad y en parte no porque no hay nada normal en todo esto pero me parecía bonito publicar esta entrevista y de paso empezar con las celebraciones del Día de la narración oral que es el próximo 20 de marzo.

Pero volvamos a Mauricio: escritor, narrador o cuentero como ellos dicen, colombiano y amigo. En la grabación, charlamos de literatura, el oficio de escritor y el de narrador. Mauricio lleva 35 años contando historias propias, con sabor a su tierra, cargadas de vida, de sentimiento, a veces de muerte y de despedida pero también de juego y de risas.

A Mauricio lo conocí sobre el escenario, contaba para una sala de teatro repleta de gente durante el festival de Medellín Entre cuentos y flores que organiza Jota Villaza y toda la gente de su escuela. Cuando llegué, estaba contando, y las trescientas personas del público (no exagero, allá las cosas son así, grandes), jugaban con él, le respondían a sus propuestas. Mauricio estaba sentado, con los brazos alargados, dibujando su historia y creo que todas las miradas estaban dirigidas hacia él. En ese momento pensé, tengo que conocer a este hombre. Y ahora os lo puedo presentar.

Mauricio es punki pero un punki dulce, a veces levanta la cresta y amenaza pero no le dura mucho.

Es un hombre sabio, lee y relee libros, cita, comparte, sueña, se pierde en historias y películas y también en sus músicas. Si no está hablando, es porque está escuchando música. Es un gran conversador como buen colombiano y sabe ver el alma de los textos.

Si te animas a escucharla, te propongo que te vengas de mercado, pero no a uno cualquiera sino un mercado de pulgas.

Domingo por la mañana, paseamos entre los puestos. Lugares repletos, objetos amontonados, la única relación entre ellos es que alguien los colocó juntos: una bola del mundo, postales amarillo y negro, por el tiempo, manojos de llaves oxidadas atadas con una cuerda, un catalejo demasiado brillante para ser de un pirata…

Hay gente que cuando conozco me genera mucha curiosidad, incluso conociéndoles me interesa, saber cómo han llegado a ser quiénes son, quizá porque yo sigo buscando mi lugar cada día ¿no será eso la vida?

Personas creativas, vivas, que trazan sus caminos, sortean las dificultades, y a veces se encallan y sobre todo se atreven a desarrollar sus proyectos.

Estoy convencida de que sus recorridos iluminan los nuestros.

 

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